El Elote no sólo nutre, también puede nutrir vidas si vas armado a una manifestación de lo que te provee: conocimiento. Porque muchos van a una marcha desarmado de lo más elemental que es el conocimiento de sus derechos.
Cosido, tostado, asado, machacado o en harina. Tamales, atole, gorditas, totopos, tortillas, esquites, chilaquiles, palomitas: vitamina A, B1, B2, B3, B6, B9, E y C, magnesio, hierro, calcio, zinc, sodio y fósforo. El maíz, por su maleabilidad encuentra espacio en prácticamente cualquier paladar. Gracias, también, a sus propiedades, ocupa uno de los primeros lugares en la alimentación. El elote nutre pues –desde tiempos prehistóricos– a los habitantes de lo que hoy conocemos como México. Se trata de un sustento permanente y accesible para el común denominador de la sociedad, materia prima que además de ser útil, sabe muy bien.
El maíz, especie de graminéa compuesta por una serie de granos cuyo propósito es dar origen a una nueva planta, es parte del día a día de un sinnúmero de familias (por no exagerar). Se trata de un manjar con posibilidades de crear a su vez otro. Cuando el maíz aún es tierno, y sus granos aún guardan humedad natural, se le llama elote. Elotito tierno, dirían algunos, y es que lo que está en desarrollo llegará a su madurez en algún momento (o por lo menos eso se espera).
Todo esto viene al caso para explicar la misión de vida de un elote. En buena medida se puede decir que su destino es desarrollar aquellas cualidades antes descritas para nutrir, por un lado, a su consumidor y, por el otro, engendrar nuevos elotitos.
Elote Jurídico adopta su nombre con el fin de ser un emisor de información que, justamente, nutra a la sociedad con herramientas jurídicas útiles para la vida diaria y, en la medida de lo posible, engendre nuevos elotitos. Se trata nada más y nada menos que de una organización apartidista y sin fines de lucro que busca divulgar el derecho con un lenguaje coloquial, simple y llano. Entiende pues que los tecnicismos son para expertos de cada materia pero que para que la población entienda de qué va un derecho, es necesario aterrizar las leyes a una jerga particular y familiar. Surge al detectar la desinformación que cohabita entre los jóvenes y que, en esta era de reformas mexiquenses, con nuevos derechos y obligaciones para la ciudadanía, los beneficios que pudieran adquirirse están muy lejos de convertirse en una realidad asequible.
“Ninguna teoría puede desarrollarse sin encontrar una especie de muro, y se precisa de la práctica para perforar ese muro[1]” dijo Deleuze en algún momento a Foucault. El problema de las teorías es saberlas introducir a la práctica, el meollo del asunto consiste en que las ideas trasciendan al autor: la vida de una idea empieza en el momento en que logra traspasar a la persona, grupo o grupúsculo creador.
Uno de los problemas de las teorías (políticas, económicas, sociales, etc.) es la forma en que se comunican. Según Castells, el proceso de comunicación se basa en la producción y consumo de signos; pero vaya, que para que este consumo sea digerido es necesario que los signos tengan un significado para el consumidor.
Por ello, la propuesta de Elote se basa en “traducir” el lenguaje técnico-jurídico a uno sencillo. Del español técnico al español coloquial. Cabe ahondar un poco más en qué se quiere decir con traducción. Actualmente, hay diversos significados para la palabra. En diccionarios a la mano, traducir significa “expresar en una lengua lo que está escrito o se ha expresado antes en otra” pero también, “explicar, interpretar”. La traducción es un ejercicio que, desde sus inicios, tuvo una característica social. Traducir es llevar el conocimiento más allá de un solo núcleo, expandir los horizontes de la enseñanza, desdibujar fronteras, preocuparse porque el otro entienda.
Elote Jurídico busca expandir horizontes a través vitaminas y minerales jurídicos, pues cree firmemente que es crucial hacer un cambio de paradigma en los métodos de divulgación jurídica actual. Hacer que los conceptos legales sean entendidos por la sociedad en general es un punto impostergable para el desarrollo del país. Comprender el marco jurídico de México es tener las bases necesarias para entender la vida pública, así como de la privada.
[1] Foucault, Michel. Diálogos sobre el poder.
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