Héctor desapareció en Monclova, Coahuila, el 10 de abril de 2009. Viajaba por cuestiones de negocios cuando fue detenido por una patrulla municipal por exceso de velocidad, habló para avisar y decir que pedían dinero para no retenerlo. El joven de 27 años de edad al momento de su desaparición se dedicaba a la venta de ropa en la ciudad de Querétaro. Historias como ésta, por desgracia hay miles en México. Encontramos anuncios sobre desapariciones en las redes sociales, difundidas por organizaciones de la sociedad civil, en sitios como geografíadeldolor.com y a veces en alguno que otro medio.

De acuerdo con la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas cada 30 minutos desaparece una persona en México, las entidades donde hay más incidencia de personas desaparecidas son Tamaulipas, Veracruz, Guerrero y Estado de México y existe un registro de 25,821 personas no localizadas, extraviadas o desaparecidas en México.

La angustia, desolación e impotencia por la que atraviesan los familiares de las víctimas son parte de nuestra realidad y parecen no tener una solución clara. Apenas este martes se dio a conocer que son siete los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) que han sido detenidos por tener una presunta responsabilidad en la desaparición de cinco estudiantes en el municipio de Tierra Blanca, Veracruz.

Las cifras alarmantes continúan surgiendo. La Organización de las Naciones Unidas informó que del total de personas desaparecidas de 2006 a 2014 en el país hay más de seis mil niños, niñas y adolescentes, es decir, 30 por ciento del total.

Sean 5 o 43, sea en Ayotzinapa o Veracruz, urge que los datos de registro de personas extraviadas sean relevantes y útiles. Urge que estas cifras nos arrojen alguna señal de que el problema está siendo atendido.

 

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