La gestión judicial es como el punto, dice José Vidal, Director de Gestión Judicial del Poder Judicial de Nuevo León. Ante nuestro desconcierto, ahonda: Cuando niño, tenía un amigo al que le llamaban el punto porque sus papás dijeron que ellos tendrían dos hijos y punto, él era el punto. Con la gestión judicial pasa lo mismo. Cuando se planteó la reforma del sistema judicial se pensó en la nueva ley, en la implementación y resulta que a nadie se le ocurrió pensar qué retos plantearía para la gestión.

Ante este panorama, la gestión no se planificó, pero está aquí y hay que atenderla. Si en estos primeros años de implementación no se piensa en la gestión de recursos, capacitación de nuevos funcionarios y el mantenimiento del equipo técnico es solo cuestión de tiempo para que el sistema colapse. La importancia de la gestión judicial reside en el hecho de que la oralidad no es posible sin ella.

Otro ejemplo de cómo se ha pasado por alto este aspecto lo dio Luis Villareal, Administrador Judicial Sistema de Justicia Penal Oral de Baja California. Una tarde estaba con un magistrado cuando este recibe una llamada con la que le avisan que estaban listos para tener el primer juicio oral, tenían a los jueves capacitados, tenían la sala. Villareal le pidió al magistrado que preguntara cómo iban a señalar la fecha de audiencia, solo en este momento se percataron de que hacía falta gestión judicial.

En el desayuno sobre Gestión Judicial, organizado por CIDAC y Proyecto Justicia el pasado 1º de diciembre pudimos escuchar distintas opiniones de representantes de gestión judicial de tribunales penales en diversos estados del país. El factor común fue: Se requieren homologar procesos y tener un sistema de gestión flexible que se adecue a las necesidades de cada entidad, pero sólido, que determine las líneas generales a seguir. Es indispensables que haya interoperatividad e interconexión entre estos sistemas de información para poder comunicarse con otras instancias y quitar así carga administrativa al juzgador.

El contar con una coordinación entre los operadores del sistema de gestión judicial aseguraría el compartir mejores prácticas, evitar errores del pasado y afinar los detalles de un sistema que aproveche los aprendizajes obtenidos hasta el momento. De esta manera se garantiza la eficacia y mejor uso de recursos y evaluación de desempeño para identificar puntos de mejora. En suma, al homologar formas de trabajo, una adecuada gestión judicial permite aumentar la productividad y competitividad, a través de orden y la toma de decisiones basada en indicadores.

 

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