Difícilmente se podría negar que uno de los principales mensajes que esta administración federal ha querido enviar desde su inicio es que la inseguridad pública está dejando de ser un problema.

Y es cierto que ya no vemos las cifras de homicidios dolosos equiparables a las de conflictos armados como ocurrió en Ciudad Juárez, Chihuahua o en Tijuana, Baja California en 2010. Sin embargo, los resultados de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2014 que publicó esta semana el INEGI nos dicen –aunque no incluye datos de homicidios–, que los delitos que afectan a la población física, emocional o económicamente son un problema que creció en el primer año del sexenio.[1] Un problema que mantiene al gobierno en estado de negación.

En mayo de 2013, el Secretario de Gobernación afirmó que en la zona centro del país, la más poblada de las cinco Instancias Regionales de Coordinación en materia de seguridad, estaban descendiendo “en todos los temas, en las carreteras, los secuestros, el robo, en los problemas de violencia derivados de la delincuencia organizada también están bajando”. En aquel momento, cuando encabezó una reunión privada con los gobernadores de las entidades que conforman esa región (Distrito Federal, Estado de México, Morelos, Puebla, Tlaxcala y Guerrero), ni una cifra acompañó sus dichos. Pero es justo en la zona centro del país donde se encuentran dos de las entidades federativas en las que la ENVIPE detecta las mayores tasas de prevalencia delictiva por cada 100 mil habitantes. El Estado de México presenta la tasa más alta del país (47 mil 778) y el Distrito Federal, ubicado en la tercera posición (33 mil 68) frente a una tasa nacional de 28 mil 224 (Gráfica 1). Esto significa que en el estado que gobernó el Presidente y en el que gobierna su partido, casi la mitad de los habitantes reportó haber sido víctima de algún delito en 2013, mientras que en la capital del país esta proporción es de más de un tercio de la población.

Gráfica1-1-456x281

Si hablamos específicamente de la tasa de incidencia delictiva –es decir, los delitos ocurridos por cada 100 mil habitantes–, ésta aumentó entre 2012 y 2013 no solamente a nivel nacional, sino precisamente en las entidades que conforman la región centro. Sin duda, el caso más preocupante es el del Estado de México donde dicha tasa creció 74 por ciento: pasó de 56 mil 752 delitos por cada 100 mil habitantes en 2012 a 99 mil tres (ver Gráfica 3).

Grafica-2-456x236

Lo anterior deja ver que, aún cuando la inseguridad en esta entidad perdió la atención mediática que llegó a tener a principios de año, es en la que se observaron las mayores tasas tanto de prevalencia como de incidencia delictiva en 2013 de acuerdo con la última entrega de la ENVIPE. En el primer caso, la tasa de víctimas fue 69 por ciento mayor en dicho estado respecto a la de nivel nacional. En el segundo, la tasa de delitos por cada 100 mil habitantes fue 124 por ciento mayor en el Estado de México que a nivel nacional (ver comparación en el Gráfico 2).

La ENVIPE nos muestra también otro factor al que hay que prestarle atención: la cifra negra total de delitos creció por tercer año consecutivo. Esto es, el número de delitos para los cuales no se inició una averiguación previa aumentó nuevamente entre 2012 y 2013, al pasar de 92.1 por ciento a 93.8 por ciento. En números contantes y sonantes, sólo se inició una averiguación previa para seis de cada 100 delitos ocurridos en el país. Cada vez menos mexicanos víctimas de delitos acuden a las autoridades para denunciar. Difícil esperar otra cosa cuando a nivel nacional 56.6 por ciento de la población tiene poca o nada de confianza en el Ministerio Público, cifra que se dispara al 76 por ciento en el Distrito Federal, mientras que en el Estado de México alcanza 69.5 por ciento y en Guerrero, 60 por ciento. En estas entidades donde la desconfianza ciudadana es mayoritaria hacia sus autoridades encargadas del combate a la inseguridad se observan las cifras negras más altas. Se trata de estados en donde prácticamente nadie denuncia los delitos de los que son víctimas —y algunos de los que denuncian deciden no iniciar una averiguación previa, principalmente debido a una actitud hostil por parte de la autoridad: Guerrero con 96.7 y el Estado de México con 96 por ciento. En Tamaulipas –hay que mencionarlo por alarmante aunque pertenece a la región noroeste–, fue de 95.2 por ciento[2].

Otro dato que preocupa es el crecimiento de los delitos en los que el perpetrador portaba un arma: esto ocurrió en la mitad de los delitos a nivel nacional en los que la víctima estuvo presente, 14 por ciento más que el año anterior. Este fue el caso en 7 de cada 10 delitos en el Estado de México. Le sigue el DF, con 55.9 por ciento de los casos y Morelos, con 49.6 por ciento. Jalisco es el estado con el mayor crecimiento relativo de los delitos en los que se utilizó un arma, pues de 2012 a 2013 esta cifra se incrementó 70 por ciento.

Frente a todos estos preocupantes números, llama la atención el contraste entre el discurso gubernamental del optimismo sobre la supuesta mejoría de la situación de seguridad en el país y lo que la ciudadanía manifestó en la encuesta de victimización de INEGI. Esto es aún más relevante al recordar que la tasa de victimización en el país es uno de los indicadores que el gobierno federal estableció dentro de la Meta Nacional México en Paz en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018. Algo muy bueno tendría que estar pasando este año para que la realidad de la seguridad en México pueda ajustarse al mensaje optimista del gobierno federal y así, cuando se den a conocer los resultados de la ENVIPE correspondiente a 2014, el mensaje gubernamental y lo que la ciudadanía reporta con relación a su experiencia con los delitos en el país, vayan ahora sí de la mano y no exista una brecha tan amplia entre ambos. De lo contrario, como hasta ahora, peor para la realidad.

Imagen3 011014-456x324

* Lilian Chapa Koloffon y Leslie Solís son Investigadoras del Programa de Seguridad Pública y Justicia de México Evalúa.

[1] La ENVIPE es una encuesta que el INEGI levanta a la población de 18 años y más desde 2011 en México para recabar información sobre incidencia delictiva, cifra negra, las características del delito, su impacto económico y social, etcétera. Específicamente, la ENVIPE 2014 incluye datos sobre delitos que se catalogan en dos grandes grupos: victimización en el hogar y victimización personal. En el primero se incluyen robo total y parcial de vehículo, vandalismo y robo a casa habitación. En el segundo robo o asalto en la calle o en el transporte público, otros robos, fraude, extorsión, amenazas, lesiones, secuestro y secuestro exprés, así como delitos sexuales y violación. Ver: http://bit.ly/1owHNEo

[2] De acuerdo con la ENVIPE 2014, en 2013 el porcentaje de delitos no denunciados fue de 90.0, mientras que la cifra negra ascendió a 93.8 debido a que no se inició una averiguación previa para todos los delitos denunciados. En el Estado de México, el porcentaje de delitos no denunciados fue de 93.5 mientras que la cifra negra ascendió a 96.0; en Guerrero la diferencia fue de 95.1 a 96.7 por ciento; en Tamaulipas el cambio va de 89.6 por ciento a 95.2 por ciento.

Por: Lilian Chapa Koloffon (@cklilian) y Leslie Solís (@leslie_fs)

Artículo originalmente publicado en Animal Político