Proyectar la dignidad de las internas del Centro de Adaptación Social Santa Martha Acatitla fue el principal motor para Marisa Belausteguigoitia y Mariana X. Rivera al dirigir el documental “Nos pintamos solas”. El recientemente reconocido como Mejor Película y Mejor Dirección de Documental por el Festival Internacional de Cine de Fusagasugá (FICFUSA), de Colombia, cuenta cómo un grupo de mujeres pintó los murales del penal para retratar sus historias, colorear su encierro y expresar su despojo.

Para Marisa Belaustaguigoitia, Directora del Programa “Mujeres en espiral: Sistema de justicia, perspectiva de género y pedagogía en resistencia” y académica de la UNAM, el principal objetivo de este documental fue contar cómo estas mujeres pese a vivir, en la mayoría de los casos, sometimiento a situaciones de injusticia, tienen la fuerza para levantarse y hacer frente a sus realidades mostrando disposición de aprender y crear.

El reto de acercar estudiantes universitarios con situaciones de urgencia social como ésta, es para Marisa su mayor satisfacción, pues asegura que hasta ahora el vínculo creado a partir de la juventud interesada, el acitvismo, el arte y la academia ha sido rotundamente exitoso y eficiente.

“Me interesa que a partir de este proyecto se aprecie mejor la eficiencia en México; en sus universidades y sus organizaciones. Encontrarme con personas que responden apasionadamente a llamados a la acción me conmueve y llena de energía”, aseguró Belausteguigoitia.

Además de ejemplos de valentía e historias de vida realmente complicadas, este trabajo cinematográfico retrata la violación de derechos humanos que las mujeres padecen todos los días en las cárceles mexicanas. La violación a sus derechos de justicia, alimentación, defensa digna, visita, etc. es una constante; el último registro de la CNDH indicó que el 70% de las denuncias a violaciones de derechos humanos tienen lugar en el sistema penitenciario del Distrito Federal.

Los derechos laborales son especialmente violentados, pues, como todos sabemos bien, estar en la cárcel representa un gasto y sin dinero es simplemente imposible sobrevivir dentro de una. Marisa cuenta cómo las presas tienen que pagar 15 pesos diarios por satisfacer necesidades básicas como el agua o 10 pesos a cambio de pequeños “lujos” como que las custodias les permitan estar afuera de sus celdas después de las 6 de la tarde. Las actividades que las presas realizan para obtener algo de dinero dentro de la prisión son extenuantes y absolutamente faltas de sentido común y respeto por la dignidad humana. Si la paga por las labores que realizan llega, llega tarde y no es la justa.

La labor del Programa “Mujeres en espiral” va más allá de los buenos resultados que hasta ahora ha tenido este documental. Todos los lunes Marisa y sus estudiantes visitan el penal de Santa Martha y participan en este encuentro entre jóvenes con disposición de ayudar y mujeres con interés de renovarse a través del arte.

Este arte lleva a las mujeres a verse a sí mismas y ver más allá de lo que han vivido. Entender qué significa ser mujer, qué significa ser pobre y cómo el sistema de justicia mexicano les ha fallado en ofrecerles una vida digna donde se respeten sus derechos. “El arte es ese texto, poema, mural o trabajo en colectivo que les permite verse a sí mismas y las deja ver cómo les ha fallado el Estado y la cultura para lograr que ellas se sientan capaces de levantarse y demandar”, dijo Belausteguigoitia.

Marisa asegura que, en la mayoría de los casos, a estas mujeres les enseñaron a proveer, a nutrir, a darse, y no les enseñaron a observarse, preguntar o querer ver más allá de lo que les dijeron que “tenía que ser”. El trabajo que se hace desde la metodología feminista y la metodología de la educación popular busca que estas mujeres se vean a sí mismas y logren hacerse preguntas fundamentales como: ¿qué les pasó?, ¿qué hacen ahí?

Algo que el documental no muestra es la realidad de nuestro sistema de justicia que Marisa describe como bizarro, infame, ineficiente y corruptísimo. Para la Dra. Belausteguigoitia se necesita mucho más que murales para hacer responder a la justicia. Y es por eso que desde su trinchera fomenta, no solo el trabajo con las internas, sino también la creación de redes que logren ejercer presión.

“Para lograr avances claros necesitamos funcionar en red y en colectivo; que tanto la Corte, como ONGs, academia, estudiantes y todos aquellos que estén comprometidos colaboren con sus esfuerzos”, concluyó.

 

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